En los últimos años, el conector USB-C se ha convertido en el estándar universal para la carga y transferencia de datos en una amplia gama de dispositivos, desde smartphones hasta portátiles. Presentado como la solución a todos nuestros problemas de conectividad, el USB-C promete ser más rápido, más versátil y más conveniente que sus predecesores. Sin embargo, detrás de todo el bombo publicitario, hay varios aspectos que sugieren que el USB-C no es tan perfecto como se nos ha hecho creer.